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Trabajo infantil y forzoso

El trabajo forzoso sistemático y el trabajo infantil acaban en el algodón uzbeko

Casi dos millones de personas son contratadas cada año para la cosecha anual de algodón en Uzbekistán. El país consiguió acelerar la lucha contra el trabajo infantil y forzoso durante el ciclo de producción de algodón de 2020, según un nuevo informe de la OIT.

Comunicado de prensa | 29 de enero de 2021
TASHKENT, Uzbekistán (Noticias de la OIT) – El uso sistemático y sistémico del trabajo infantil y el trabajo forzoso en la industria algodonera de Uzbekistán ha llegado a su fin, aunque todavía quedan algunos vestigios locales, según un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El informe, elaborado para el Banco Mundial, muestra que una de cada ocho personas en edad de trabajar en Uzbekistán participó en la cosecha de algodón. Esto la convierte en el mayor esfuerzo de contratación del mundo. El 65% de los recolectores eran mujeres, y la gran mayoría procedían de zonas rurales.

El trabajo infantil sistemático ha sido erradicado y el trabajo infantil ya no es una preocupación importante.

"Cuando era niña, desgraciadamente perdíamos muchas clases en la escuela por culpa de la cosecha de algodón", dice Dilshoda Shodmonova, de Chircik, cerca de Tashkent. "Hoy, gracias a las reformas, mi propia hija puede ir a la escuela sin interrupciones y recibir su educación. Esto me anima a continuar mi trabajo como activista de los derechos laborales".

El país está logrando importantes avances en materia de derechos laborales fundamentales en los campos de algodón. Más del 96% de los trabajadores de la cosecha de algodón de 2020 trabajaron libremente y la contratación sistemática de estudiantes, profesores, médicos y enfermeras ha cesado por completo.

En 2020, la proporción de recolectores de algodón que sufrieron coacciones fue un 33% menor que en 2019. Sin embargo, todavía hubo casos a nivel local de personas amenazadas con la pérdida de privilegios o derechos si rechazaban una invitación para recoger algodón.

El seguimiento de la OIT se centró especialmente en la pandemia. Muchos trabajadores migrantes uzbekos regresaron a Uzbekistán como consecuencia de la pandemia, lo que hizo que hubiera más personas disponibles para la cosecha de algodón.

Los recolectores demostraron un alto nivel de conocimiento sobre el coronavirus, pero muchos compartieron su preocupación por la enfermedad. Un tercio de los recolectores de algodón dijo que había mascarillas e instalaciones para lavarse las manos. Dos tercios de los recolectores dijeron que siempre podían mantener el distanciamiento social durante la hora del almuerzo o los descansos.

La principal motivación de los uzbekos para recoger algodón era la oportunidad de ganar dinero. Por término medio, cada recolector participó en la cosecha durante veintiún días y ganó 1,54 millones de soums (equivalentes a 150 dólares). Esta cifra es superior al salario medio de un profesor en Uzbekistán.

La cosecha de algodón representó una parte crucial del sustento de la mayoría de los recolectores. El 60% de los recolectores dijo que la cosecha de algodón de 2020 era su única fuente de ingresos en efectivo este año.

El gobierno uzbeko ha aumentado significativamente los salarios desde 2017 y ha introducido una escala salarial diferenciada para que los recolectores cobren más por kilo de algodón hacia el final de la cosecha, cuando las condiciones son menos favorables y hay menos algodón que recoger. Esto ha llevado a un descenso significativo de la prevalencia del trabajo forzoso.

"El trabajo forzoso no sólo es social y moralmente incorrecto, sino que constituye una grave violación de los derechos humanos y un delito penal en Uzbekistán", declaró Tanzila Narbaeva, Presidenta del Senado uzbeko y de la Comisión Nacional sobre Trabajo Forzoso y Trata de Seres Humanos. "Para cambiar el comportamiento, hay que cambiar la forma de pensar de la gente. Lo conseguimos trabajando juntos como legisladores, funcionarios del gobierno, empresarios, sindicatos y activistas de la sociedad civil".

La OIT comenzó a supervisar la cosecha de algodón para detectar el trabajo infantil en 2013. En 2015, como parte de un acuerdo con el Banco Mundial, este trabajo se amplió para cubrir tanto el trabajo forzoso como el trabajo infantil. En 2020, el control de tercera parte (TPM) de la OIT fue llevado a cabo por activistas independientes de la sociedad civil uzbeka utilizando la metodología y la formación de la OIT. Los activistas informaron de que llevaron a cabo su supervisión sin interferencias del gobierno ni de los funcionarios locales.

Uzbekistán está sustituyendo el antiguo sistema de producción estatal heredado de la Unión Soviética por un modelo basado en el mercado, y con las salvaguardias necesarias, como prácticas de contratación justas y salarios adecuados.

La estrategia del gobierno es hacer que Uzbekistán ascienda en la cadena de valor y posicionar al país como exportador de textiles y prendas de vestir en lugar de algodón en bruto. Esto tiene el potencial de crear millones de puestos de trabajo mejor pagados y generar importantes ingresos por exportación.

"Estas reformas deberían seguir recibiendo el apoyo de la comunidad internacional", declaró Jonas Astrup, Asesor Técnico Jefe del Proyecto de Vigilancia de Terceros de la OIT (TPM). "Las decisiones comerciales y de inversión de las empresas internacionales responsables pueden contribuir a una mayor abolición de los legados de la economía de planificación centralizada. También pueden tener un impacto positivo en el cumplimiento de las normas laborales internacionales. La OIT sugiere que se facilite y fomente el abastecimiento responsable de algodón, textiles y prendas de vestir uzbecos. La OIT está dispuesta a poner a prueba herramientas y mecanismos en Uzbekistán para que las marcas y los minoristas internacionales puedan tomar decisiones empresariales con conocimiento de causa".

El informe, titulado 2020 third-party monitoring of child labour and forced labour during the cotton harvest in Uzbekistan, se basa en más de 9.000 entrevistas sin previo aviso con una muestra representativa de los 1,8 millones de recolectores de algodón del país.

El Proyecto TPM de la OIT está financiado por un fondo fiduciario de múltiples donantes establecido por el Banco Mundial, con importantes contribuciones de la Unión Europea, Estados Unidos, Suiza y la agencia de desarrollo alemana GIZ.