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COVID-19: Apoyar a las empresas, el empleo y los ingresos

Apoyo a las “dobles víctimas” del COVID-19

La propagación del COVID-19 en Estados frágiles divididos por los conflictos y la inseguridad política está convirtiendo a millones de personas vulnerables en víctimas por partida doble de la pandemia.

Opinión | 4 de mayo de 2020
Mito Tsukamoto, Servicio de Desarrollo e Inversión de la OIT
El COVID-19 se extiende rápidamente en los países menos adelantados (PMA). En Afganistán, Somalia y Yemen, por ejemplo, la situación ya era muy compleja debido a los conflictos armados y a la inseguridad política, y por el gran número de trabajadores en situación de pobreza, personas vulnerables, desempleados y trabajadores del sector informal. Estos países también contaban con millones de personas, en particular refugiados o migrantes, hacinados en campamentos o centros de detención mientras hacían frente a tragedias o traumas.

El surgimiento del COVID-19 en estas situaciones humanitarias ya eran precarias podría constituir el factor desencadenante decisivo que haga que millones de personas pasen a ser víctimas por partida doble.

Por lo general, los PMA tienen sistemas sanitarios y de protección social muy deficientes, instituciones ineficaces o inexistentes a escalas nacional y local, y un escaso "margen" fiscal para afrontar situaciones de emergencia con sus propios recursos.

Además, la incipiente recesión económica, que podría perdurar durante mucho tiempo después de que remitan las infecciones, podría mermar sustancialmente la capacidad de estos países en situación de pobreza a recomponer su sociedad, incluso en el grado de desarrollo que tenían antes del brote de virus.

Se teme asimismo que la pandemia pueda provocar o exacerbar agravios y desconfianza entre grupos sociales, o dentro de estos, con respecto al acceso a recursos fundamentales para la reconstrucción social, en particular servicios sanitarios, empleo decente y medios de subsistencia. Ello podría socavar el desarrollo, la paz y la cohesión social. Por ejemplo, el brote del virus del Ébola que surgió en África en 2014 provocó disturbios y conflictos en varios países, y dio lugar a un círculo vicioso que agravó aún más la situación.

© Trocaire
Existe la acuciante necesidad de adoptar medidas coherentes en la mayor brevedad posible para proteger a esas víctimas por partida doble, así como a la sociedad a la que pertenecen.

A corto plazo, las personas necesitan garantías de empleo y apoyo para que no pierdan sus ingresos. Pero no debemos olvidar la necesidad de contar con una visión estratégica a largo plazo que permita fortalecer la resiliencia y la capacidad de reconstrucción de cada país. Este es un llamamiento a la acción basado en las personas, para que puedan recuperar sus medios de subsistencia lo antes posible.

En cierta medida, ya contamos con los medios y estudios necesarios para ello. El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, presentó el mes pasado un informe titulado Shared Responsibility, Global Solidarity [Responsabilidad compartida y solidaridad mundial], en el que se aborda la manera de coordinar la acción internacional para hacer frente a los efectos del virus. Dicho informe está en consonancia con el planteamiento de la Declaración del Centenario de la OIT sobre el futuro del trabajo, aprobada el verano pasado. En ambos documentos se hace hincapié en las personas, en particular las más vulnerables, y se destaca la importancia que reviste la recuperación de los medios de subsistencia.

La OIT también ha adquirido experiencia muy útil sobre el terreno, en el marco del Programa de referencia de la OIT sobre el empleo para la paz y la resistencia (EPR), implantado en más de 30 países, en lo concerniente a las arduas y complejas medidas socioeconómicas que es necesario aplicar para ayudar a los trabajadores en situación de pobreza de los países menos adelantados.

El EPR se apoya en lo dispuesto en la Recomendación núm. 205 de la OIT y se rige por un enfoque modular que facilita el trabajo en entornos de crisis. Incluye la aplicación de enfoques basados en el empleo para fomentar la creación de trabajo, el fortalecimiento de los vínculos entre oferta y demanda de mano de obra, la mejora de las competencias en materia de empleabilidad, el desarrollo económico a escala local y el fomento del sector privado, en particular el empleo por cuenta propia, las cooperativas y las empresas.

En el marco del EPR también se hace hincapié en el establecimiento de instituciones, el diálogo social y los principios y derechos fundamentales en el trabajo, habida cuenta de que una gobernanza deficiente, la falta de diálogo y la inobservancia de derechos dificultan la recuperación frente a la crisis y la cohesión social. Solo si entendemos de verdad cómo interactúan estos complejos factores podremos adoptar respuestas eficaces y promover la resiliencia sostenible que necesita la población de los PMA.

Por Mito Tsukamoto, Servicio de Desarrollo e Inversión de la OIT