Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Preguntas y Respuestas

Reunión Regional de OIT discutirá los desafíos del futuro del trabajo en América Latina y el Caribe

Cuando se acerca la conmemoración del centenario de la OIT, el Director Regional de la OIT, José Manuel Salazar-Xirinachs, analiza en esta entrevista los desafíos del futuro del trabajo en la región.

Opinión | 20 de septiembre de 2018
José Manuel Salazar-Xirinachs

¿Qué resultados espera de la próxima Reunión Regional?

La 19ª Reunión Regional Americana de la OIT se realizará en Panamá, del 2 al 5 de octubre. Esta Reunión, que se celebra cada cuatro años, es de gran importancia por el momento en que tiene lugar y por la pertinencia del tema que aborda, que es el del futuro del trabajo en la región.

También es relevante por el complejo contexto de la región, y por la proximidad de la celebración del centenario de la OIT. La Organización ha estado presente y ha sido influyente en la región desde su creación.

Esperamos que los gobiernos, las organizaciones de empleadores y de trabajadores que asistan a la Reunión Regional adopten un documento de alto significado que incluya un llamamiento a la acción por parte de los líderes regionales para abordar algunos de los principales retos que afrontamos en la actualidad.

La principal contribución de la OIT a la reunión es el informe del Director General, que aborda el análisis del período desde la última reunión celebrada en 2014, y analiza los retos que se plantean a largo plazo.

En 2014 ya constatamos diversos síntomas de desaceleración económica, como lamentablemente ha sucedido, incluso con dos años consecutivos de recesión económica, de 2015 a 2016, que han incidido de forma muy desfavorable en los indicadores sociales y laborales.

¿Qué análisis hace usted del contexto para el trabajo de la OIT en la Región?

En primer lugar, deseo señalar que en realidad hay dos regiones distintas: América Latina, y el Caribe. Las características sociales y económicas de cada región son distintas, pero hay una serie de retos comunes.

En general, se trata de países que poseen un nivel medio de ingresos, y un temor es que los países se encuentren en la llamada “la trampa del ingreso medio", que es una situación de no poder competir en industrias intensivas en mano de obra de bajo costo porque los salarios son relativamente altos, pero tampoco en industrias líderes porque no se tiene el nivel tecnológico alto y medio ni las competencias productivas y laborales necesarias. Es decir, no se ha hecho la tarea del desarrollo productivo.

Por otro lado, se han logrado importantes avances en alfabetización y acceso a internet, por lo que cabe albergar esperanzas, pero la tarea por hacer en ambos campos es todavía enorme.

También existen grandes retos en el mercado laboral y problemas de discriminación. La tasa de desempleo sigue siendo elevada, 26 millones de personas están desempleadas, muchos de ellos jóvenes. Además, 1 de cada dos jóvenes que trabajan lo hacen en la informalidad. Y hay muchos que no estudian ni trabajan. Es decir, hay un grupo importante de jóvenes que constituye una "generación perdida" en términos de su trayectoria laboral y aporte productivo a las sociedades en que viven. Lo cual además fomenta las migraciones laborales.

La desigualdad es una de las más altas del mundo, y la incidencia de informalidad, que en promedio es 47% para toda la región, siguen constituyendo grandes retos estructurales.

Existe una elevada tasa de empleo por cuenta propia, que en promedio es del 28%, así como un porcentaje muy elevado, también del 28% en promedio, de personas que trabajan en microempresas; el porcentaje de personas que trabajan en empresas grandes o medianas es inferior al 20%. Gran parte de los déficit de trabajo decente se producen en estos segmentos laborales de empleo por cuenta propia y microempresas.

Pese a los avances registrados, sigue habiendo amplias brechas salariales de género y las mujeres afrontan muchos obstáculos para acceder al mercado laboral.

Un reto muy importante es dar respuesta a las necesidades de la población indígena y de las personas afrodescendientes, que constituyen una gran proporción de la población de varios países de la región, y que desde hace siglos son objeto de exclusión y discriminación.

En todas las áreas de política la OIT promueve el diálogo social y el tripartismo como método para lograr los objetivos de empleo, protección social, y respeto a los derechos laborales. Sin embargo, el panorama del diálogo social es desafiante en la región por una serie de razones: las políticas públicas no siempre brindan el apoyo político necesario para promover el diálogo social en el ámbito laboral o en el ámbito del desarrollo productivo y el empleo; la desigualdad, la exclusión y la falta de oportunidades crea sensación de injusticia y promueve la conflictividad social. Y todo esto alimenta la falta de confianza en los Gobiernos o entre los propios actores sociales.

Observamos que muchas personas se están quedando atrás en América Latina, y lamentablemente, es la política, no la economía, la que con frecuencia constituye el mayor obstáculo para avanzar. Es un ambiente político a menudo caracterizado por una combinación tóxica de polarización ideológica y debilidades institucionales, agravadas recientemente por varios escándalos de corrupción. Estas fisuras sociales y la confrontación política son ingredientes que contribuyen a que se den las condiciones para una "tormenta perfecta", o un círculo vicioso que dificulta el progreso.

¿Cuáles son las actividades prioritarias de la OIT en la Región?

La OIT colabora con gobiernos e interlocutores sociales de toda la región para afrontar diversos retos económicos y laborales, promover el cumplimiento de los derechos en el trabajo y fomentar las políticas de desarrollo productivo y el empleo de calidad. Una de las contribuciones más eficaces que puede realizar la OIT es facilitar una visión compartida de los problemas, así como de las medidas y las soluciones que pueden adoptarse en común.

América Latina es la región que ha registrado el mayor número de casos presentados en el marco de los mecanismos de supervisión de la OIT por incumplimiento de normas internacionales del trabajo. Eso no quiere decir que la situación de la región sea la peor a nivel internacional, pero si pone en evidencia la necesidad de hacer hincapié en la formulación de estrategias que permitan resolver conflictos.

Cuando asumí la Dirección Regional de la OIT en 2015 definimos tres prioridades para la región, en el marco de la Declaración de Lima acordada por los mandantes en la anterior Reunión Regional de 2014.

La primera prioridad fue el tema de las políticas de desarrollo productivo para fomentar el crecimiento inclusivo, así como la generación de más y mejores trabajos, en consonancia con el mandato laboral de la OIT y el Objetivo 8 de la Agenda 2030. Las políticas de desarrollo productivo es donde está “la caja de herramientas” o los instrumentos más efectivos para influir sobre los patrones de crecimiento y de empleo.

La segunda prioridad es facilitar la transición de la economía informal a la formal, un objetivo primordial en una región en la que casi la mitad de los trabajadores desarrollan su labor en el sector informal.

La tercera prioridad es fomentar el cumplimiento de los principios y derechos fundamentales en el trabajo, en particular en esferas como la libertad de asociación y la negociación colectiva, la erradicación del trabajo infantil y del trabajo forzoso, el fortalecimiento de la administración e inspección laborales, la mejora de la justicia laboral, la resolución de controversias y la aplicación adecuada del Convenio 169 sobre pueblos indígenas y tribales.

Con respecto a la próxima celebración del Centenario, ¿qué espera y desea para la OIT?

Los aniversarios revisten gran importancia, porque brindan la oportunidad de promover y dinamizar la labor de organizaciones como la nuestra, así como de la red más amplia de organizaciones influyentes, como son las organizaciones de empleadores y de trabajadores.

Las iniciativas ligadas al centenario puestas en marcha por el Director General Guy Ryder, en particular la iniciativa sobre el futuro del trabajo, han servido de catalizadores para el trabajo de la Organización. La OIT está ahora en el centro de un movimiento mundial que está debatiendo y se está preparando para el futuro del trabajo, que es en un tema trascendental para toda la humanidad.

Es primordial no abordar este debate solo desde un punto de vista meramente tecnológico, sino desde la pregunta más amplia sobre cómo avanzar hacia un mejor futuro del trabajo y cómo superar las brechas y legados negativos del siglo XX. Además, de esto, es necesario anticipar los desafíos que nos depara el futuro, que se nos vienen con la fuerza de un tsunami.

A mi parecer, la OIT tiene un análisis muy certero de los problemas de índole social y económica que es necesario afrontar. Pero enfrentar esos problemas con éxito dependerá de la capacidad de los formuladores de políticas y de los interlocutores sociales para superar sus diferencias ideológicas, o de otro tipo, con el fin de funcionar y actuar colectivamente, formular políticas comunes, y colaborar con ministerios y autoridades en los planos financiero, fiscal y productivo, ya que gran parte de las transformaciones que se buscan en el mundo del trabajo dependen de los avances que se logren en el mundo de la producción. Además hay que hacer todo esto con visión de largo plazo, y sin dejar que las urgencias del corto plazo capturen totalmente la atención y el trabajo de apropiarse del futuro y de construirlo de manera colectiva.

Ese es el motivo por el que el diálogo social no solo debería concentrarse en negociar la distribución de los ingresos o de la riqueza, sino en colaborar para aumentar los ingresos y crear riqueza, en identificar las soluciones y en acompañar los procesos de puesta en práctica de forma conjunta.

No solo se trata solo de fomentar espacios para el diálogo sobre cuestiones laborales. Ha llegado el momento de que el diálogo social abarque otras áreas de importancia nacional y regional, tales como el diálogo para promover la transformación productiva y el aumento de la productividad.