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Transición entre escuela y trabajo

¿Es rentable la inversión en educación para la juventud de África?

En África Subsahariana, un empleo estable y bien remunerado es, con frecuencia, un sueño casi imposible, aún para jóvenes que están preparados, según advierte un informe de la OIT.

Noticia | 12 de marzo de 2014
GINEBRA (OIT Noticias) – Un informe de la OIT que analiza los resultados de encuestas realizadas en ocho países de África Subsahariana muestra que mientras que las tasas de desempleo juvenil aumentan con el nivel de educación, son los jóvenes con menos instrucción los menos favorecidos en términos de salarios y acceso a un trabajo estable.

Los jóvenes con un nivel de educación inferior tienen mayores probabilidades de trabajar por cuenta propia o de aceptar salarios más bajos. En todos los países analizados, menos uno – Malawi – los jóvenes con niveles de formación más bajos son los que tienen menos probabilidades de estar desempleados.

El desempleo entre los egresados de las universidades es un problema creciente, ya que la oferta de jóvenes calificados supera la capacidad de la economía moderna de crear los empleos profesionales que ellos necesitan. Cada vez más, las empresas esperan que los recién contratados posean altos niveles de calificaciones pero a la vez son reticentes a contratar recién graduados, con el pretexto de que carecen de competencias técnicas y de experiencia profesional.

Pero esto no significa que los jóvenes tengan que abandonar la universidad. “Aunque el desempleo sea más alto entre los más instruidos, los resultados muestran claramente que invertir en educación aporta beneficios positivos para los jóvenes en términos de salarios y acceso a 'mejores' empleos, de acuerdo con el informe titulado "Transición hacia el mercado laboral de las mujeres y hombres jóvenes de África subsahariana" (Labour market transitions of young women and men in sub-Saharan Africa).

Para millones de jóvenes en África subsahariana, aún los más educados, un empleo estable y bien remunerado sigue siendo un sueño imposible. La informalidad y el empleo vulnerable son la realidad para la gran mayoría de jóvenes trabajadores en la región, sostiene el informe.

“La falta de perspectivas de un empleo seguro asociado a una mejor educación, el acceso a tecnologías modernas y la exposición a las supuestas ventajas de las economías desarrolladas, generan el riesgo de frustración entre los jóvenes”, agrega el informe. “Lo cual, a su vez, puede conducir a un descontento político y a la expatriación”.

En promedio, más de 50 por ciento de los jóvenes de los ocho países trabaja, pero la calidad del empleo con frecuencia es baja, haciendo que sea difícil para ellos realizar su potencial económico.


Informalidad

El empleo informal es una condición común entre los jóvenes en los ocho países.

Siete de cada diez jóvenes trabajan por cuenta propia y, hasta entre los trabajadores asalariados – la categoría que típicamente refleja el menor grado de vulnerabilidad – pocos están cubiertos por un contrato escrito, alrededor de la mitad de los contratos de trabajo son temporales, y menos de una quinta parte de los empleados jóvenes se beneficia de derechos adicionales como vacaciones remuneradas o licencia por enfermedad.

El informe indica además que más de la mitad de los jóvenes trabajadores no tiene una formación suficiente para el trabajo que realizan.

Las encuestas sobre la transición de la escuela al trabajo (ETET) (School-to-Work Transition Survey) fueron realizadas en Benin, Liberia, Madagascar, Malawi, la República Unida de Tanzania, Togo, Uganda y Zambia entre jóvenes de 15 a 29 años. En total, las encuestas fueron realizadas en 28 países con oficinas nacionales de estadísticas en el marco del proyecto “Work4youth”, una asociación entre la OIT y la Fundación Master Card.

Los datos derivados de las encuestas demuestran que la región necesita una estrategia para mejorar sus resultados del mercado laboral, sobre todo para los jóvenes, señala el informe. Debería prestarse atención especial a las siguientes áreas de acción:
  • Elaborar políticas macroeconómicas dirigidas a promover el crecimiento del empleo, en particular en el sector agrícola.
  • Garantizar el acceso universal a la educación para todos y prevenir el abandono escolar prematuro,
  • Mejorar las condiciones de trabajo y garantizar una igualdad de trato y de derechos para los jóvenes trabajadores.
  • Estimular a los empleadores a desempeñar un papel activo en la creación de empleos para los jóvenes.
  • Reforzar el papel de las instituciones que tratan las cuestiones relacionadas con el empleo y el desempleo y mejorar la recolección y difusión de información sobre el mercado laboral.
  • Fortalecer los mecanismos de apoyo para las empresas informales.
  • Promover la cooperación bipartita y tripartita en materia de empleo juvenil para obtener mejores resultados.