EL TRABAJO INFANTIL DOMÉSTICO : MILLONES DE CENECIENTAS DE VERDAD

Fecha de la publicación: 20 de diciembre de 2005 |
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Es normal que los niños y niñas ayuden a sus padres en su propia casa, pero no es normal que millones de jóvenes sean explotados en el servicio doméstico prestado en casa ajena, tal como lo denuncia un reciente informe de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT). Este reportaje de ILO TV nos muestra una de esos millones de Cenicientas de verdad.

Estamos en Guatemala. Estas niñas, que juegan como todas las niñas del mundo, no fueron siempre tan alegres y despreocupadas. Hasta hace poco, todas ellas eran explotadas en empleos domésticos e incluso algunas fueron maltratadas o mantenidas en condiciones de esclavitud detrás de puertas cerradas.

Actualmente, estas niñas están recibiendo ayuda para volver a una vida infantil y construir su futuro, pero no todos los niños empleados en el servicio doméstico tienen esta suerte. En Guatemala, se estima en 40.000 el número de niños explotados en el servicio doméstico.

Isobela tiene 14 años. Su familia, de origen maya, decidió instalarse en Ciudad Guatemala para escapar de la guerra civil. Isobela comenzó a trabajar como sirvienta cuando tenía diez años. Trabaja quince horas diarias, algunos trabajos que se le pide son pesados y casi siempre está sola en casa de su empleador.

Isobela

Cuando mi papá se murió, tuve que comenzar a trabajar para ayudar a mi mamá... Me siento triste porque estoy sola, lejos de mi familia.

Cuando trabajaba como sirvienta, Isobela venía aquí los domingos para charlar con otras muchachas en la misma situación que ella. Ya no trabaja y ha vuelto a vivir con su familia en su pueblo.

Una asociación de Conrado de la Cruz la retiró de la casa donde trabajaba porque no tenía la edad mínima para el empleo. Ochenta jóvenes empleadas en el servicio doméstico pudieron beneficiar de este programa.

En el marco de este programa, financiado por la OIT, se explica a las jóvenes que tienen derechos, entre otros el derecho a instruirse y a jugar. También se les alienta a escribir su propia historia. Una historia de Cenicienta que tiene un final feliz.